Todo el mundo tiene grandes preguntas sobre la vida, la fe y Dios. Algunas son preguntas «racionales», cosas que nos cuesta comprender y entender. Y muchas son preguntas «emocionales», preguntas profundas y personales sobre el dolor, la duda y la decepción, igual que las que se plantean los personajes de la Biblia.

La actividad fomenta el cuestionamiento honesto, mostrando que está bien no tener todas las respuestas y que preguntar es una parte importante de la fe.